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Giordano Fernández explica en una entrevista realizada por Oscar Prada para la revista Agenda Viva de la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente como eran considerados antioguamente los árboles en general y los tejos en particular por los habitantes del concejo y sus motivos para plantar ést y otros tejos en los alrededores de su casa. (Podéis leer la entrevista completa más abajo)

ENTREVISTA:

Ha sido ganadero toda su vida, como lo fue su padre y lo es ahora su hijo. Vive en Tineo, un municipio rural en el centro del occidente asturiano. Nos encontramos ante un hombre que con naturalidad cuida de tos árboles desde niño, sus ancestros le enseñaron a hacerlo así. La experimentada mirada de este paisano pasa revista a sencillas pero importantes claves para entender el paisaje y la convergencia del mundo rural con la conservación de la naturaleza. Giordano tiene en la actualidad 83 años, aproximadamente los mismos que cuenta el hermoso tejo que protege su casa y que él mismo plantó cuando era un “guaje”.

¿Cómo es que a un niño de cinco años, en aquel tiempo de necesidad, se te ocurrió invertir todos sus ahorros en la compra de unos tejos?

Mis abuelos nos inculcaron que había que plantar árboles… un lejano día de invierno pasó por el pueblo un vendedor ambulante con su burro cargado de plantones de diferentes especies, mis ahorros eran insigni­ficantes pero aquel día rompí la hucha para comprar media docena de texus que planté en lugares estratégicos de la finca familiar.

Mis abuelos me habían enseñado que los texus con sus tupidas ramas de hoja perenne “tornan el aire”, protegen la casa y el ganado de los temporales del norte; además es un árbol muy bello y sus ramas se usaban para las celebraciones del Domingo de Ramos y del Día de los Difuntos. De todos aquellos pequeños texus que planté prosperó éste que tenemos delante de casa; recientemente hemos colocado una placa jun­to al tejo para recordar aquel día de su plantación; cre­ce lento pero después de casi 80 años ya tiene un por­te muy bonito. Como está al lado de la carretera paran algunas personas para verlo y algunos para coger ramas y cocerlas porque es bueno para los ecce­mas, lavándose la piel, pero es peligroso porque es un árbol venenoso: aquí ya se ha dado el caso de vacas y caballos que murieron por comer sus hojas.-

¿Sigue vigente, hoy en día, esa costumbre de plantar tejos junto a las casas?

Esta tradición estaba muy extendida entonces, la mayoría de las casas tenían su texu y en algunas también se plantaban laureles, pero las cosas han cambiando mucho y la tradición se ha ido perdiendo; ya no se tiene la considera­ción por los árboles que teníamos antes. Por diferen­tes motivos se fueron quitando estos texus protecto­res, sobre todo porque, al hacer ampliaciones de las viviendas, establos y tendejones, los viejos tejos estor­baban y se fueron cortando sin que se plantaran otros; antes, todas las casas tenían uno o dos muy cerca. En el pueblo sólo queda otra casa con texus, los demás se han ido cortando; mi hijo sí mantiene la tradición y ha plantado otro tejo al otro lado de la casa.

Además de tejos, ¿ha plantado más árboles en sus tierras a lo largo de los años? ¿Por qué ahora no se da importancia a árboles como el tejo?

A mí me enseñaron que si cortamos un árbol para leña o para otra necesidad debemos plantar por lo menos otros dos, pero, como decía, las cosas han cambiado; ahora se cortan veinticinco y no se planta ninguno; debe ser porque crecen despacio y hoy en día todo lo que no se consigue de inmediato no es valioso, aunque ahora, igual que antes, lo que de verdad es importante en la vida se suele conseguir poco a poco.

He plantado aquí árboles de todo tipo. Antes siem­pre se plantaban robles, hayas, tejos y espinos para deslindar los prados donde pasta el ganado pero esa costumbre también se ha perdido; ahora con la nueva «parcelación agraria» se han cortado muchos y no se han plantado nuevos. El “progreso” es así: trae cosas buenas pero otras no lo son tanto, sobre todo si no tie­nen razón de ser. La parcelación se hizo porque con los minifundios no se podía mecanizar el campo, algo imprescindible para los que decidieron seguir con la ganadería. Se reagruparon las pequeñas fincas en otras más grandes, lo dejaron todo liso y sin estorbos pero bien se podía haber llegado a un acuerdo y haber plantado árboles para la nuevas lindes, porque no son estorbos, protegen del viento, dan fertilidad a la tierra y generan mucha vida: ya casi no quedan pájaros insectívoros de esos pequeñines, ni mariposas que se refugiaban en estos setos naturales que ahora han sido sustituidos por tristes vallados de espinas… es un desastre porque además, con la disculpa de que falta mano de obra en la ganadería, ahora se «sulfata» [uso de pesticidas] todo y no están dejando nada vivo. Hay que encontrar un mejor acuerdo entre el progreso y la naturaleza, por el bien de todos.

Entrevista realizada por Oscar Prada para la revista AGENDA VIVDA de la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente.